Abel Prieto Jiménez || La cultura no fue jamás para Fidel algo ornamental. La llamó muchas veces “escudo y espada de la Nación”: el escudo que la resguardara frente a las influencias desintegradoras de nuestro núcleo identitario y la espada capaz de llegar muy lejos, así como de transportar y defender la verdad de Cuba en los sitios más remotos del resto del mundo.
