Por Pepe Menéndez
Ilustrar poesía fue una disciplina muy practicada en otras épocas. Se sabe que la amistad entre escritores y artistas produjo frutos espléndidos en forma de libros o insertados en revistas. Las vanguardias artísticas europeas fueron pródigas en eso, pero también en otras épocas y geografías abundan ejemplos de inspiradas simbiosis entre texto e imagen. En Cuba, con mencionar la revista Orígenes ya se tiene un referente de excelencia.
El homenaje de cuatro diseñadores gráficos de Casa de las Américas en el centenario de Mario Benedetti surge en una coyuntura singular. El distanciamiento a que nos obliga la Covid-19 replantea nuestras costumbres de trabajo, que se basan en la interacción fluida, con o sin diálogo, pues en una oficina de diseño no todo se dice o pregunta, pero todo significa. De la juntamenta con otros especialistas nacen y se enriquecen las interpretaciones propias, en ese dar y recibir tan provechoso. Hemos tenido que adaptarnos a lo que en otros lares ya es rutina: el trabajo a distancia. WhatsApp mediante y tratando de consensuar puntos de partida homogéneos, llegamos a este resultado, que es modesto, pero sinceramente alineado con el inmenso respeto que se tiene en Casa de las Américas por aquel gran amigo uruguayo.
Cada uno de nosotros llega aquí con «sus Benedettis» a cuesta, sus poemas y amores asociados, las imágenes que se van moldeando dentro mientras se vive el placer de la lectura. Repartidos los fragmentos de poemas, acordamos un par de (evidentes) reglas de forma y color. Con ello se consigue unificar el conjunto para que funcione como un poemario visual. Y, muy importante, facilita que podamos serigrafiar estos pequeños carteles cuando la situación lo permita. Entonces, los que gusten podrán comprar el de su preferencia y hacerse acompañar por un poema ilustrado de Mario.
