Por Layda Ferrando
Alirio Díaz, el gran guitarrista venezolano, es una figura de alto reconocimiento en la cultura latinoamericana y universal. Publicado está que el octavo hijo de padres campesinos nació en noviembre de 1923 en La Candelaria, caserío caroreño del Estado Lara.
Luego de muchos avatares e impulsado por una fuerte vocación musical, se trasladó a Caracas para cursar estudios en la Escuela Superior de Música «José Angel Lamas», donde tuvo como maestros a Juan Bautista Plaza, y Vicente Emilio Sojo. Integró la Banda Marcial Caracas, del maestro Pedro Elías Gutiérrez, y cantó en el Orfeón Lamas.
Fue entonces que, luego de ser adiestrado en su tierra por insignes maestros y con un quehacer reconocido en la música popular y de concierto, partió a España para ingresar en el Conservatorio de Música y Declamación de Madrid donde tomó clases con Regino Saínz de la Maza. En Italia, bajo la égida de Andrés Segovia creció aún más como guitarrista.
Llevó la música universal y, muy en especial la venezolana y latinoamericana, por todo el mundo. Siguiendo las huellas de su maestro Sojo, recopiló cantos tradicionales que armonizó y que registró en discos y partituras. Escribió sobre su amada Venezuela en periódicos y revistas y publicó el libro Música en la vida y lucha del pueblo venezolano.
Historia conocida. Ahora nos honra sumar a esta narrativa la presencia y contribución de Alirio a la Casa de las Américas y a la cultura cubana. Un repaso a la Línea de la vida de la música recién publicada en Boletín Música #52-53[1] nos permite seguir las pistas y ensanchar el relato.
Las primeras cartas fueron enviadas en mayo de 1978. La Casa preparaba un encuentro de guitarristas latinoamericanos y del Caribe para noviembre de ese año. Argeliers León cursaba la invitación al virtuoso intérprete con la petición de realizar un concierto de música latinoamericana o venezolana. Desde Roma, ciudad que lo acogió y donde realizó una insigne labor, respondía:
«[…] considero una gran suerte para mí el poder hallarme entre ustedes […], al lado de colegas y amigos que conozco y admiro desde hace mucho tiempo. Y será una estupenda oportunidad para realizar uno de mis sueños permanentes, conocer Cuba y sus brillantes realizaciones culturales, sociales y artísticas».
Con humildad hablaba quien, a sus cincuenta y cinco años de edad, era uno de los más reconocidos intérpretes de la guitarra a nivel mundial y un afamado pedagogo. El sueño se cumplió, gustoso llegó a la Casa para repartir con generosidad arte y sapiencia. En las jornadas del Encuentro de guitarristas de América latina y el Caribe —génesis del Festival Internacional de Guitarra de la Habana— se reunieron eminentes intérpretes de este instrumento en conciertos, conferencias y clases magistrales. El maestro Alirio Díaz venía a Cuba por primera vez, pero no sería la última.
En 1984 se producía un acontecimiento del que atesoramos registros en cinta magnetofónica. El día 27 de abril compartiría escenario con Mario Benedetti y Daniel Viglietti y al día siguiente participaba en el acto central por el veinticinco aniversario de la fundación de la Casa en memorable concierto junto a Daniel Viglietti, Norma Gadea y Martha Jean-Claude
La última vez que contamos con su presencia física fue en junio de 1995. Vino acompañado de la guitarrista italiana Mariapina Roberti y, en sus guitarras, sonaron las músicas de Villalobos, Tárrega, Lauro, Mangoré…
Alirio Díaz no
solo fue un virtuoso guitarrista. Su aporte al reconocimiento y valoración de
la cultura latinoamericana es inmenso. Con nobleza esparció el arte musical
latinoamericano; con maestría dio lecciones a músicos cubanos; con entusiasmo
disfrutó cada jornada en la Casa. Eterna gratitud a nuestro Alirio.
[1] http://www.casadelasamericas.org/publicaciones/boletinmusica/52%2053/10-BM%2052-53%20L%C3%ADnea%20de%20la%20vida%20p70-157.pdf