El saber no se puede separar del corazón y del sentimiento

Por: Amanda Sánchez Vega

Texto leído en la presentación de los libros electrónicos publicados por el Fondo Editorial Casa de las Américas en el año 2022, una de las actividades del programa de la Casa durante la Feria Interncional del Libro de La Habana 2023.

Amanda Sánchez Vega, especialista del Programa de Estudios sobre Culturas Originarias de América de la Casa de las Américas

Mi primer acercamiento a los estudios sobre culturas originarias fue a través del borrador del libro Saberes y expresiones artísticas de los Pueblos Indígenas en el horizonte del Buen Vivir. Su compilador, Jaime Gómez, puso en mis manos varios textos que habían sido presentados como ponencias durante el II Coloquio Internacional de Estudios sobre Culturas Originarias de América, realizado aquí en la Casa en octubre de 2016, donde se debatió la necesidad de llevar a un público más amplio las reflexiones que durante esos días compartieron los expositores.

Durante meses fui testigo de la concepción de este volumen, lo que me permitió ver de cerca el trabajo que implica seleccionar y compilar una obra. Contactar autores, unificar estilos de referencia, concebir una estructura coherente que hiciera de la lectura una experiencia grata fueron solo algunos de los pasos en ese camino. Tras meses de trabajo la propuesta enviada a la editorial superaba las 500 cuartillas, por lo que se decidió publicarla en formato digital. Sin dudas, me atrevo a afirmar que este libro es fruto de arduos esfuerzos.

Los 31 textos compilados abordan diversos temas y contextos, sin embargo, están conectados por un objetivo común: reflexionar en torno a la resistencia de los pueblos indígenas frente a la imposición de paradigmas epistemológicos occidentales, que marginan los saberes y cosmovisiones de las culturas originarias. Esta resistencia se expresa en diferentes esferas; el arte, la literatura, el performance, la ritualidad, la educación, la producción de conocimiento, lo que explica la heterogeneidad temática de la obra.

Alejándose de esencialismos, el libro conecta las voces de autores indígenas y no indígenas, entre los que se encuentran intelectuales, artistas, líderes comunitarios, comunicadores. Además, al ser el coloquio la semilla de este proyecto se trata de autores que conocen el trabajo de sus colegas y han logrado conformar redes que conectan los espacios y debates académicos con el activismo. Se trata de unificar teoría y praxis en aras de beneficiar a las comunidades superando su concepción como “objeto de estudio”.

Este libro nos acerca a la riqueza cultural de Abya Yala a través de los pueblos maya, taino, tsotsil, kichwa, nahua, awajun, mapuche, por solo mencionar algunos. Desde análisis donde convergen historia, antropología, sociología, lingüística, se ofrece a estudiantes e investigadores una actualización del panorama investigativo sobre los pueblos indígenas, así como teorías, metodologías y categorías analíticas que permiten concebir estudios desde perspectivas descolonizadoras.

Aparece aquí la conferencia Los fundamentos éticos de las cosmologías indígenas de las Américas, actividad inaugural del coloquio, a cargo del prestigioso investigador ítalo-peruano Stefano Varese, quien comienza declarando su indignación ante las sistemáticas agresiones a las que son sometidos los indígenas y como, al ser testigo de “innumerables masacres y violencias” (p. 21), se ha ido transformando “sin quererlo, en una especie de cronista del colonialismo e imperialismo más brutal ejercido sin recato por los gobiernos de las Américas y su compañero de cama, el capitalismo salvaje” (p. 20). Señala, además, varios casos en los que ante la violencia se alza la resistencia cultural y política de los pueblos.

La dicotomía violencia-resistencia, expresada por Varese en su intervención, es el sustrato de esta compilación. Aquí los extractivismos y las violencias explicitas o encubiertas a las que han sido sometidos los pueblos originarios superan sus dimensiones físicas para hablarnos también de despojos espirituales y cognoscitivos. En esta dimensión epistemológica opera este libro, pues no solo hace visibles los mecanismos de los que se vale la colonialidad para deslegitimar los saberes indígenas, sino que es en sí mismo una respuesta para desmantelar la colonialidad del saber.

Cada texto es un ejercicio de resistencia intelectual al poner en tela de juicio la racionalidad moderna, que opone la contemplación propia de la ciencia occidental a la acción sensible. Se propone un cambio de paradigma que requiere concebir al mundo como totalidad o como un universo en el que lo material y lo espiritual, los cuerpos y los sentidos están en armonía. El retorno a la cognición sensible conlleva a la ruptura en la distancia ontológica entre hombre y naturaleza, pues “el saber no se puede separar del corazón y del sentimiento” (p. 71).

No se trata de una visión excluyente que ignore el conocimiento y la creación artística de occidente, sino que “se apela por una visión integral de construcción y aprendizaje conjunto que no deslegitime a esos otros modos de hacer y crear” (p. 173).

La cubierta muestra un detalle de la Representación de un eclipse en el Códice Dresde. Como tantas otras obras que fueron robadas durante la conquista y colonización, este códice maya no ha sido devuelto a la tierra de sus creadores originarios y se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Dresde, Alemania. Por ello, la imagen no es solo una representación pictográfica de saberes milenarios, sino que nos habla también de despojos.

Para ofrecer una visión general de la obra, comentaré brevemente algunas de las temáticas abordadas:

Los apartados «Representaciones de los pueblos y las culturas originarias a través de la literatura» y «Culturas que resisten en el tiempo. Sitios y evidencias arqueológicas en la preservación de los saberes y las expresiones de los pueblos originarios» conforman un análisis de los relatos de resistencia contenidos en la producción textual de vasijas, tejidos y poesías; así como en la iconografía de objetos y sitios ancestrales. En «Otras representaciones de los Pueblos Originarios»tambiénse trabaja la resistencia que se genera desde voces poéticas que se cuestionan al sistema patriarcal racista o desde los medios de comunicación que articulan comunidades diaspóricas para que los emigrados no pierdan el contacto con la sabiduría de sus ancestros.

Mientras, «Ser mujer indígena. Activismos y saberes desde la perspectiva de género»presenta diferentes estrategias de empoderamiento de las mujeres indígenas, que se expresan tanto en la realización audiovisual, radial y artística como en la resignificación y conservación de prácticas alimentarias que encierran conocimientos milenarios.

En «Expresiones artísticas, sensibilidad e identidad»se articula una crítica al antagonismo arte-artesanía y al abordaje de la creación artística indígena como expresión folclórica. A través del arte kichwa contemporáneo, el conocimiento intuitivo náhuatl y el lenguaje contenido en diseños textiles se conjugan discursos que explican la permanencia de memorias colectivas y que fortalecen las identidades.

«Saberes ancestrales y salud: prácticas, inclusión y políticas públicas», junto a «Culturas Originarias: expresión del legado» apuntan la necesidad de enfoques interculturales que reconozcan los sistemas originarios que conectan planos físicos y espirituales. Aparecen aquí reflexiones sobre la enfermedad, las prácticas de cuidado, rituales, peregrinaciones y los arquetipos andinos de la muerte.

Varios acápites abordan las disputas entre pueblos indígenas y Estado. Movilizaciones sociales, convenios y tratados internacionales llaman la atención sobre reivindicaciones históricamente desatendidas por los gobiernos latinoamericanos. Además, se platean las iniciativas acometidas por instituciones como la Escuelita Zapatista; la escuela Anahuacalmecac y el Colectivo Cultura y Resistencia Ayuuk, que han generado espacios de transformación en beneficio de las poblaciones indígenas a través de la adopción de sistemas y currículos educativos pensados desde la pedagogía crítica.

Siguiendo esta lógica, se incluyen como anexos dos documentos que dan cuenta del quehacer de la Casa de las Américas en la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas: las palabras con las que la líder amuzga Martha Sánchez Néstor inauguró el I Coloquio de Estudios sobre Culturas Originarias de América, espacio que se ha convertido en una plataforma de encuentro y solidaridad para las culturas originarias de Abya Yala e Isla Tortuga y la Declaración que se generó a partir de ese evento, donde se recogieron observaciones y recomendaciones dirigidas a la ONU sobre la instrumentación de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Para concluir, me gustaría significar el texto con el que inicia el libro, titulado «Una Casa para Abya Yala», de Jaime Gómez. Se trata de una suerte de historia de la relación de la Casa de las Américas con los pueblos originarios desde su fundación hasta la creación del Programa de Estudios sobre Culturas Originarias de América. Revisitar exposiciones, publicaciones de libros y eventos realizados durante 64 años; así como los sostenidos contactos con artistas, intelectuales y líderes, demuestra el prolongado interés de la Casa por visibilizar las historias y actuales desafíos de los pueblos indígenas y por hacer nuestras las luchas por sus derechos.

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