Por: Nahela Hechavarría Pouymiró

(…) voy bogando entre peces, lianas y algas.
Estamos, lado a lado, mirando hacia la orilla.
Nancy Morejón, Lianas, peces y algas
Amanece. Isleños al mar con la luz iridiscente que define su ser/estar allí, ese fragmento de tierra, ese instante. Imágenes que nos pueblan a los que habitamos el archipiélago caribeño, este bordado de islas/naciones al centro del continente americano, cuya condición y posición singular es única y plural a un tiempo.
Crisol de tantas culturas y etnias, el Caribe es también una zona crítica para entender el futuro ecológico de toda la región, sobre todo por los impactos de fenómenos ambientales (fallas tectónicas, volcanes, huracanes) que lo han definido desde su formación hasta la actualidad. Así, la mirada a la problemática ecológica, desde una perspectiva social y cultural ha sido explorada por diversos artistas caribeños contemporáneos de manera sostenida en los últimos años, conforme la crisis medioambiental se hace más visible en nuestro entorno.
Recientemente, al fungir como moderadora del panel Creación y activismo ambiental (VIII Coloquio Internacional La Diversidad Cultural en el Caribe, Casa de las Américas, mayo 2022), tuve la oportunidad de conocer más de cerca el trabajo de la fotógrafa Nadia Huggins (Trinidad y Tobago/San Vicente y las Granadinas), y del economista y científico ambiental independiente Alexander Girvan (Jamaica / Trinidad y Tobago), quienes focalizaron sus presentaciones en los valores, aportes y narrativas (visuales) de/sobre sus comunidades locales a tener en cuenta a la hora de comprender el devenir ecológico y social de la región.
Al observar las imágenes que Huggins viene realizando desde hace poco más de una década accedemos pues a un proceso de interiorización, la necesidad de asumir las experiencias de vida como (con)formadoras de identidades, de espacios de enunciación y discursos proactivos acerca del lugar y el ser antillanos. El autoconocimiento, para finalmente, devenir uno y sí mismo con la naturaleza. Así, es posible rastrear a través de sus diversas series ese hilo que va desde Pulling the net (Santa Lucía, 2011) hasta Circa no future (2014 -actualidad) o Dissappearing people (2018-actualidad), en el que el locus-isla, el mar que la envuelve y los isleños se amalgaman en un vaivén cadencioso, delineando tradiciones, esencias, gestualidades. En Shapping the island and itself, Huggins lleva el foco de su cámara de “observador/testigo” a “protagonista”. Un movimiento hacia atrás, hacia el origen, que en su vida coincidió con el regreso a la isla de San Vicente después de varios años viviendo fuera.
Al ver las imágenes de Pulling the net no puedo menos que recordar los versos iniciales de “Island man” de la guyanense Grace Nichols: Morning/ an Island man wakes up/to the sound of blue surf/ In his head/the steady breaking and wombing. Ese mar del que sacan la red los pescadores de la isla de Santa Lucía es a un tiempo límite y posibilidad. Ese mar que envuelve como mother womb (vientre materno) a cada isla y sus habitantes, es vida y tradición, pero también temeridad, libertad.
Roseau Valley, St. Lucia. 2011
La manera en que el paisaje marino cambia cuando miramos desde el agua hacia la costa o tierra firme supone un giro necesario para Huggings, quien en sus primeras series miraba al mar desde la orilla (Pulling the net, Black & blue). Así, ya de vuelta en Indian Bay (San Vicente), y al sumergirse con cámara en mano, la isla, su costa rocosa, deviene visión familiar, cotidiana, alejada de esas fotos que tanto abundan en catálogos y revistas turísticas. Este sencillo cambio de perspectiva y la fluidez con que la artista logra captar a los sujetos/objetos de la representación (montañas, rocas, niños/adolescentes, ella misma…) en su vivacidad y/o singular relación con el entorno marino, hace que Transformations (2014-2016) y Circa no future se erijan sensibles narrativas sobre el binomio ser humano-naturaleza. Una narrativa de identidad, personal y colectiva.

Transformations se apoya en la hibridez, en un deseo de completamiento de lo humano (en este caso la silueta de la cabeza y partes del cuerpo de la artista) con lo natural (corales, arrecifes rocosos, erizos), una suerte de simbiosis disruptiva mostrada a través de dípticos fotográficos de inusitada belleza. Circa no future por su parte, bordea lo documental para conceptualizar los “ritos de paso” y esa fusión con el mar que se da en la vida de niños y adolescentes vicentianos (y por extensión de todas las islas). El título refiere quizás ese lugar, atemporal, sin pasado ni futuro, donde queda todo por hacer, pero se está más cerca de sí mismos, se es más libre. La mirada de Nadia, quien de pequeña también se lanzaba al agua con fruición como ahora estos chicos, parte de la nostalgia para hablar de la permanencia de tradiciones, las distintas generaciones, identidades en construcción, de gestualidad y performance, de estados límbicos, de ver la isla desde sus límites. La libertad y la paz cuando al sumergirse y mirar hacia arriba, arropados por el agua, todo parece suspendido, congelado en un instante eterno, cual fotografía extraída al continuum de la vida.
Al mismo tiempo, Huggings ha apuntado en varias entrevistas que asume el mar como espacio donde el género y las mixturas raciales propias de la región pierden relevancia. En tierra nuestros cuerpos son observados, racializados y genéricos, pero en el agua quedan libres temporalmente de demarcaciones sociales. Más que una mujer, queer, mestiza o no, se trata de ser libres, humanos. Asumir, en fin, una especie de “identidad primaria”, natural.
(…) Una mujer duerme en una isla
y deja de ser ella misma
libre ahora de la tierra.
Navega y bebe
la inmensidad del mar.(Marjorie Agosín, una mujer duerme en una isla)
De este modo, fundida al agua, Is that a bouy? (2015), explora la ambigüedad de su cuerpo sumergido, visto a distancia. Nadia, debido a una condición física, sufre alopecia, y aquí usa su apariencia para dirimir la tendencia habitual de ver al pelo (o su ausencia) como patrón identificativo y la asunción de determinado género y sexualidad. El díptico fotográfico en blanco y negro, a diferencia de sus otras series a color, reafirma un cuestionamiento a la visión binaria, impuesta como boya, señal “limitante” de lo que está más allá o no vemos, lo sumergido.

Pero también la pregunta por el/los cuerpo(s) y su comunión con lo natural, el entorno que heredamos, pasa de la representación a la acción a través de iniciativas como One drop in the occean fundada por la artista, y que busca propiciar debates y una mayor conciencia acerca del impacto de los desechos vertidos al mar. Asimismo, la amenaza siempre latente de un volcán activo como La Soufrière, al norte de la isla, y lo que supone una erupción −como la más reciente en abril de 2021− para la vida humana y animal, la diversidad ecológica, es un acicate para el trabajo documental de Huggins. La artista, quien testimonió la erupción y columna de cenizas desde un bote a relativa distancia de la costa, siente una creciente responsabilidad a la hora de “contar” sucesos como este. Cual cronista, su visión comporta la ética y sensibilidad necesarias cuando apunta:
(…) You really have to think of the intention behind the images. Of course you want people to know that there’s all this horrible destruction that’s happened, but what do you want [the message to be]? Do people need help? More relief? Long-term assistance? How is it socially impacting people? What is their mental health going to be like afterwards? I try to be very mindful with what I post.[1]
En efecto, puntualmente su cuenta de Instagram ha venido visibilizando no solo la situación volcánica de la isla, su impacto en el paisaje, sino también la voluntad y resiliencias de los cuerpos “naturales” en acción, afincados en su geografía. Como mismo sus antepasados enfrentaron los embates del mar y/o la montaña-volcán, toca adaptarse a los cambios, repensar los destinos individuales, para de ahí defender el futuro ecológico de la región.
Nadia Huggins busca con su cámara las huellas de ese ser de isla, que como ella, está hecho de espuma y sal, lava y carne, sargazo y sol. Como diría la poeta bahamense Marion Bethel, todos los caribeños somos “taínos renacidos”:(…) bed on a coral cay/in a shallow sea feeling/ weight and the wonder/ of two hundred million years of living sand.
[1] Janine Mendes-Franco, Transformation through eruption: Vincentian photographer Nadia Huggins captures La Soufrière, https://globalvoices.org/2021/06/02/transformation-through-eruption-vincentian-photographer-nadia-huggins-captures-la-soufriere /