A propósito de George Lamming

Por: Nancy Morejón

Este texto fue publicado originalmente en junio de 2022 con motivo de la muerte de George Lamming.

Coloquio Internacional Mitos en el Caribe, 2000.

Acaba de morir, en la isla de Barbados, su tierra natal, el gran escritor, decano de los narradores y pensadores del Caribe anglófono, George Lamming (1927-2022). Parecería que las aguas torrenciales de principios de junio quisieron poner fin a su larga e inmensa experiencia de vida y, también, a su excepcional producción literaria, que se iniciara con resonancia indiscutible justo en 1953, al aparecer su clásica novela En el castillo de mi piel, traducida por María Teresa Ortega y prologada por Emilio Jorge Rodríguez, para integrar de forma espléndida el catálogo editorial de la Casa de las Américas (1979), en su prestigiosa colección dedicada a la literatura latinoamericana, que incluía títulos de autores tales como el brasileño Guimaraes Rosa, el jamaicano Roger Mais y el paraguayo Augusto Roa Bastos.

En los años en que asumió las funciones de asesor del Centro de Estudios del Caribe de la Casa, aprendí de su erudición y de su conciencia, que iban de la mano.  Su sentido de la integración regional iba por encima de intereses creados, económicos o, incluso, personales. Era un buen conversador, un comunicador espontáneo. Alguna vez le escuché decir: «En el Caribe, siempre hay un barco que llega o se va». Y también: «Los mejores economistas de nuestros archipiélagos son las amas de casa… es decir, las mujeres humildes; a esas, que hacen milagros todos los días a favor de su familia, las admiro, las quiero porque ponen en práctica su magia ancestral».

Coloquio Internacional Mitos en el Caribe, 2000.

Lamming pertenecía a un tipo de intelectual con un alto sentido de la función de la literatura y las artes como vehículos de comunicación y de reconocimiento de la identidad plural que define el carácter multicultural de la región. No por azar formó parte del grupo New World (Nuevo Mundo) que defendía el derecho al arte vanguardista, aunque nunca desvinculado de una moral al servicio de un mundo más avanzado, más independiente y mejor. Con enorme rigor y una proverbial excelencia literaria, sus cuentos, sus novelas, transpiran el anhelo de libertad e integración regional en franca lucha contra la opresión colonial que, en sus páginas, adquiere asimismo una vocación continental que todavía hoy nos es necesario comprender.

Escribió libros de los que no podremos prescindir nunca más, y aunque la ficción es la clave de su experiencia literaria, lo cierto es que reflexionó y recopiló una suma de alegorías, razonamientos y debates sobre el exilio que son en nuestros días una escuela, un método y, así, un llamado al ser indómito de los caribeños a lo largo de todos los archipiélagos. Londres y Georgetown fueron puestas en su justo lugar. Esa es la gracia y la inquietud intelectual que reina en Los placeres del exilio (1960), cuya lección reverenciaba Roberto Fernández Retamar en su también clásico ensayo Caliban (1979).

George Lamming es y seguirá siendo –como Wilson Harris, Vic Reid, Derek Walcott, entre otros, incluido el extraordinario músico llamado popularmente como Mighty Sparrow– un patriarca sagrado de nuestra cultura, sobre todo cuando lo popular se instala, por derecho propio, en el sitio infranqueable donde ondean, para siempre, las más legítimas banderas de la independencia.  

Tomado de Granma

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